miércoles, 10 de febrero de 2010

20.- EL MOTOR, A SU SITIO

El último dia se me olvidó llevarme la cámara, pero hoy no, así que he hecho un par de fotos de cómo dejamos todo cuando acabamos para dejar constancia de por donde íbamos. La primera, del motor cerrado con aspecto de antigüedad porque tenía la cámara en modo no se qué (había estado experimentando con ella el día anterior)

y la segunda del chasis con la horquilla puesta.

Hasta ahí llegamos el último día. Ayer volvimos a meterle mano. Para empezar, yo me puse a preparar la pintura de depósito, colín y guardabarros. De ellos, el guardabarros delantero solo tenía un pequeñísimo roto en un lateral, encontrándose el resto de la superficie perfecta, así que solo tuve que darle un poco de masilla para taparlo y lijar abundantemente para quitar la laca y dejarlo listo para imprimación.
El depósito era otra cosa; un bollo de mediano tamaño a la izquierda del tapón, otro pequeño en la parte superior derecha, casi en la unión con el sillín, y un montón de pequeños desperfectos que hubo que tapar con masilla de carrocero (hemos usado la de Ceys, que va francamente bien), lijar, volver a tapar, etc. Los que han hecho esto ya saben de que va el tema. Prácticamente me pegué toda la tarde lijando piezas.

El colín, tres cuartos de lo mismo: un bollo junto al tornillo que sujeta el transportín en el lado derecho y muchas pequeñas heridas por todas partes, que fueron debidamente enmasilladas.

Manolo, mientras tanto, se había dedicado a soldar el espejo-intermitente izquierdo de la Ducati, que se había vuelto a romper (tiene una especial debilidad el intermitente de ese lado, supongo que por caerse en parado por no quitar el candado)

Ni que decir tiene que eso de soldar es como lo de deshollinar: acabas pringándote hasta la nariz

Mientras yo seguía lijando y acordándome del Karate Kid por aquello del "dar cera, pulir cera", sacamos el motor a la calle para limpiarlo un poco.

Unas manitas de trompo con cepillos metálicos y de nylon

y resultados más o menos aceptables, aunque se le podía haber dado un poco más.

De ahí nos fuimos a poner piezas, que es lo que le gusta a Manolo. Primero pusimos el basculante, centrándolo perfectamente

Después fabricamos una junta con pasta de juntas para poner el grupo cónico, porque a pesar de haber comprado todas las juntas, alguna incluso por duplicado, esta no la teníamos.

Y pusimos el grupo cónico, con lo que a Manolo se le empezó a poner cara de esto está listo dentro de nada.

Dos minutos después ya teniamos puesto el subchasis. En la mesa el depósito, al que yo seguía dándole caña con el taco de lija.

Una paradita de lijado para ayudar a Manolo a poner la rueda delantera, cosa que hace una persona sola sin ningun problema, salvo que, como él, se decida a hacerlo por el método lepero, que consiste en fijar la rueda delantera a la mesa y mover la moto para acoplarla. O sea, en vez de poner la rueda a la moto, ponerle la moto a la rueda.

De todas formas, cinco minutos después, en su sitio, y aquello empezando a tomar forma de moto.

Depósito, colín y guardabarros ya estaban prácticamente lijados, de forma que los dejé a un lado, a la espera de una última mano de lija fina y una manita de aparejo.

Manolo, mientras, había puesto el amortiguador de dirección y los soportes de las bocinas.

Y entre los dos, porque uno solo difícilmente puede, pusimos el motor en su sitio, conectamos el brazo del cardan a la caja de cambios, a la espera de ponerle tornillos nuevos, y sujetamos el motor con los dos tornillos pasadores.

Y con eso, dimos de mano, que ya iba siendo tarde. Nos quedan jornadas de mucho trabajo y poco lucimiento, como es lijar todos los hierros que van a ir en negro (defensas, transportín, soportes de las maletas) y las que van a ir en rojo (pinzas de freno delantero y muelles de los amortiguadores) así como acabar de lijar depósito colín y guardabarros, imprimarlo todo y pintar.