viernes, 25 de junio de 2010

31.- ITV PASADA

Pues si. La ITV se pasó sin demasiados problemas ¿o qué esperabais? De hecho, la moto está circulando casi todos los días con total normalidad desde el pasado 26 de mayo.
¿Problemas? pues los hubo: primero, que no se encontraba el número de bastidor, y el empleado tuvo que buscarlo con luz de Wood, porque estaba escondido debajo de unas cuantas capas de pintura. Finalmente lo encontró, quedándose gratamente sorprendido de que coincidiese no solo con el que venía en los papeles sino también con el de motor. Así, pues, todo en regla.
Otro problema fue el piloto trasero, que tenía un mal contacto y no funcionaba, pero en un rápido movimiento de Manolo aprovechando que el revisor iba por unos papeles, se zanjó el asunto y cuando volvió ya funcionaba correctamente ¡cosas de las motos viejas, ya se sabe!
El problema mas peliagudo fue el de los intermitentes, que no estaban homologados. Costaron tan poco que ni los incluimos en los gastos (sobre unos cuatro euros, es decir a un euro por intermitente) y claro, pues ni llevaban el sellito de homologación ni nada, pero Manolo los convenció habilmente de que pondría unos nuevos, cosa que hará próximamente, y le dejaron pasar.

Al final como veis en las fotos anteriores, todos los revisores se hicieron fotos celebrando el aprobado de la R80RT. Véase la cara de felicidad que tienen, y es que a estos profesionales les gustan estas motos clásicas y se alegran de la recuperación de modelos antiguos, sobre todo si se hace en tan buenas condiciones como en esta.
Seguimos esperando que llegue una cúpula que hemos comprado en ebay, pero se ve que el vendedor no se da mucha prisa. Le vamos a poner un cero en rapidez que le van a temblar las patas.

miércoles, 19 de mayo de 2010

30.- PUESTA A PUNTO Y PRUEBA

Ayer por la tarde me fui con Manolo a Alcalá a darle los penúltimos retoques a la moto. Le hicimos una puesta a punto de encendido a ojímetro, a falta de pistola estroboscópica, la carburamos y la sacamos a dar una vuelta. Manolo cogió mi R65 y yo me llevé la R80. Mis impresiones, después de unos pocos kilómetros, son muy buenas. La moto tiene carácter, sube con facilidad a la zona roja y frena adecuadamente. Únicamente le encontré como pegas que la dirección está dura y el manillar es excesivamente ancho. Hay que aflojar un poco la dirección, cosa que no pudimos hacer por no tener una llave adecuada (hay que pedírsela al vecino de Manolo) y no le vendría mal recortar un par de dedos por cada lado el manillar, que es lo que yo le recorté al mismo manillar, que lo llevo en la R80ST y va de lujo. En el paseo pude comprobar que el encendido estaba algo atrasado (iba bien en bajas y perdía algo de chicha en altas), por lo que a la vuelta volvimos a ajustarla, adelantándolo un poco y volviendo a carburar (parece que el carburador derecho no va todo lo bien que debiera; tal vez le quede algún pequeño resto de porquería en los conductos).
Por la tarde Manolo volvió a probar la moto y me ha comunicado esta mañana que ya no hace explosiones, así que el segundo ajuste de encendido parece que ha sido adecuado; de todas formas, ajustaremos con la estroboscópica para mayor seguridad. Ya solo le queda moverla todo lo que se pueda, con las lógicas precauciones iniciales, que no sabemos si todo está ajustado, aunque parece que sí. La semana que viene tenemos cita con la ITV, y a partir de ahí, a rodar.

lunes, 17 de mayo de 2010

29.- A FALTA DE UNA CUPULA

Aquí pongo las últimas fotos, fresquitas, de este fin de semana. La moto está acabada, a falta de una cupulita que tape todo el entramado de cables y mejore algo la aerodinámica.

Ha habido que volver a repintar las tapas de la batería para poner el anagrama que Manolo quería ponerle, y que ha quedado tal que así:

El cuadro de mandos, por ahora, a falta de la cúpula, va así:

Amplio sí que es.
En resumen, a falta del último paso, la moto, vista por sus cuatro costados está sí:

En la próxima entrada, que será la última, daremos por concluido este blog y empezaremos algo nuevo. Ya veremos qué, pero mientras tanto queremos agradeceros a todos las críticas y los ánimos, especialmente a Enrique (Mak) y a Chumi, sin cuya actuación esta moto no hubiera renacido.

miércoles, 5 de mayo de 2010

28.- MONTANDO LAS ULTIMAS PIEZAS

Una vez bien secas las piezas, pasamos a montarlas, con excepción de las tapas laterales de la batería, que no se han quedado totalmente a nuestro gusto y han vuelto a pasar por la lijadora. Primero el colín con el asiento,

y después el depósito, que ha quedado así de mono:

El conjunto, con el guardabarros delantero puesto solo en su sitio, sin fijar, queda así:

Y el panel de instrumentos, que dará que hablar, es este:

Bueno, quedan algunas pequeñas cosas que afinar, poner los intermitentes, el piloto trasero y darle un buen limpiado. ¿Una semana? ¿Diez días? Poco tiempo, desde luego.

jueves, 29 de abril de 2010

27.- PENULTIMOS PASOS

Esto se acaba, señores. Ya hay algún impaciente que está preguntándose qué demonios hacemos que no trabajamos. Y es verdad, pero es que hemos tenido otras cosas que hacer. Hay que tener en cuenta que ha habido feria, que además de trastear en las motos también hacemos otras cosas, y que, encima, el tiempo no nos ha dejado trastear como hubiéramos querido, pero, no pasa nada; aquí estamos de nuevo, y en los dos últimos días de trabajo le hemos dado un buen empujón, el penúltimo empujón.
Nos habíamos quedado en que la moto había arrancado, y desde ahí no le hemos hecho nada, porque lo que quedaba era la pintura. Nos hemos reunido casi a diario para planificar cómo íbamos a pintarla, si a brocha o a pistola, con diseño por ordenador o a mano alzada, con pintura acrílica al agua o de dos componentes, monocapa o bicapa, metalizada o no. Esto, como comprenderéis, se lleva muchas horas de deliberaciones delante de una cervecita fresca, pero todo llega, y aquí están los resultados.
Antes de empezar a pintar hay que hacer un diseño, es decir, tener las ideas claras de lo que queremos hacer, aunque después salga otra cosa, pero llevar un plan preconcebido es esencial. El nuestro era este:

A continuación empezamos a preparar el sitio de pintar. Un poco más escondido que otras veces, pero es que Eolo me la tiene jurada y como yo diga a pintar, él dice a soplar.

Es fundamental, para una buena sesión de pintura, cumplir los siguientes requisitos: poner una cortina vieja de ducha para proteger la pared de posibles salpicaduras, buscar unos cuantos platos viejos de cerámica y alguna que otra herradura para impedir que se vuele, pinchar un palo en el arriate de arriba para poder colgar las piezas y tener preparados un par de botellines de Cruzcampo para que no se seque la garganta con la pintura. Otros pintan en sitios mejor acondicionados, con extractores de aire, temperatura y humedad controladas, ropa adecuada, etc., pero nosotros nos apañamos con poquita cosa. Somos así.
Una vez preparado el rincón de pintar, y dado que ya habíamos imprimado las piezas varias semanas antes, lo que pasa es que no tenemos fotos del proceso, colgamos el depósito para pintarlo de blanco y le dimos una primera mano.

La principal pega es que íbamos bastante escasos de pintura blanca y eso nos obligaba a no pasarnos dando capas, no fuera a ser que no nos llegara para todo. Después de pintar el depósito seguimos con las tapas de la batería

y con el colín.

Tras la primera mano, una inspección cuidadosa en el tenderete

nos muestra algunas imperfecciones que hay que tratar antes de seguir adelante

Nada preocupante. Un poquito de lija de agua y todo vuelve a la normalidad. Estamos descubriendo que la lija de agua es muy socorrida para estas cosas.
Acabada la pintura blanca, empieza el verdadero lío. Manolo hace un invento con laminas de transparencias para poner su anagrama

Yo, mientras tanto, me pongo a enmascarar el guardabarros delantero. Las transparencias quedan muy bien en las tapas de la batería, pero al intentar fijarlas con laca se corre la pintura y se organiza un pequeño desastre. De todas formas seguimos, por si acaso podemos corregirlo mas adelante.

Continuamos la tarea enmascarando el colín

y, finalmente, nos ponemos con el depósito. Una cara cada uno y cada uno con una técnica distinta. ¡Es dificilísimo hacer las curvas con la cinta de enmascarar tan ancha! Al final, echándole un poco de imaginación, queda más o menos bien.

Aquí abandono yo, que ya es de noche y hay que volver a casa. Manolo se queda trabajando hasta las tantas. Menos mal que esta vez sí que ha hecho fotos. Ha preparado todo para pintar en azul

y ha pintado. Me cuenta que la pintura azul era mucho más agradecida que la blanca. Suponemos que por el contraste, que antes estábamos pintando blanco sobre blanco y apenas distinguíamos por donde íbamos.

Después de pasar las piezas por la la sala de secado lento

se atreve a destapar una de las tapas laterales para descubrir que, efectivamente, la pintura se había corrido y aquello no quedaba muy presentable

así que cambió el diseño sobre la marcha y procedió a enmascarar el azul para pintar en rojo, pero de eso no tenemos fotos, así que hay que imaginárselo.
Al día siguiente, ayer miércoles, volvimos a la tarea, ya que nos quedaba laquear. Conste que nos hemos saltado todas las normas que nos han dado los expertos en pintura, porque en teoría hay que echar la laca al poco tiempo (menos de una hora) de pintar, porque si no, "se cierra el poro" y ya no agarra. Nosotros nos hemos saltado esta norma y muchas otras que nos habían dado. Ya veremos con el tiempo si era tan fundamental guardarlas o no.
Cuando llegamos teníamos las piezas envueltas en papel

a excepción de una de las tapas, que no tenía buen aspecto precisamente, y que no auguraba nada bueno

por lo que nos temíamos que debajo del papel hubiese sorpresas desagradables, de manera que desenvolvimos las piezas con la misma expectación con que un niño abre los regalos de Reyes.

Por lo pronto, la otra tapa no tenía muy mal aspecto.

Una tras otra vamos desempapelando y descubriendo las piezas

y podemos comprobar que existen algunos fallos, especialmente porque se ha colado pintura por el enmascarado, pero nada preocupante. Una nueva mano de lija de agua y todo vuelve a la normalidad.

Aprobada la inspección de calidad, pasamos a la sala de lacas, donde finalizamos el proceso dando sucesivas capas de laca dejando secar las piezas entre capa y capa en la otra sala de secado, la rápida, al solecito.

El resultado final es aceptable. Pensamos que de cero a diez nos podemos poner un siete, y no nos ponemos más porque somos humildes. Para muestra, ahí dejamos unas cuantas fotos del resultado final (a falta de otras cuantas capas de laca):

Ya queda muy poco para acabar esta moto. Habrá que ir pensando en meterle mano a otra, que esto es un vicio. No estaría mal tocar una Ducati o una Guzzi. Ya veremos.